Desacato: Sobre la subordinación

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La subordinación de los cuerpos al machismo y al heteropatriarcado, a las leyes de la burocracia, a las élites económicas, a las normas ortográficas y al uso de la lengua, al gobierno-estado determinante. Toda la violencia que hemos imaginado contra nosotras mismas y que no existiría per se son esos dogmas integrales, que nos devuelven sumisas y frenéticas, y bloquean la inercia del ser y del estar a gusto (con nuestros cuerpos).

Una propiedad pública transformada en ajena en el transcurso del tiempo y del auge de la verticalidad. Una infinita diversidad de autoafirmación flanqueada por ojipláticos pilares de templo y moldeada por escultores machos con partes de policía. Los cuerpos son transformados en El cuerpo. ¿Y qué es el cuerpo? Es el molde de un mensaje publicitario. La invariabilidad. La célula madre sin mutaciones, ni errores. Una cárcel exterior repleta de vacío. El mandato de cómo ser. El Elegido. – ¡Imagínate en una tumba! – Y se te olvida la palabra libertad.

Ser hostil a la violencia, nombrarla, es la manera de generar comprensión en quienes habitamos en el Matrix del kyriarcado. En el que Morfeo, por sus santos cojones privilegiados y burócratas, no te dará fácilmente la pastilla roja de la empatía con la que desentrañar todas las variables absurdas, y asumidas, que revelan al sistema tan involutivo y antinosotras.

Por ello, es necesario nombrarse y hacerse existir para que las subordinadas destrocemos la verticalidad del falo. Del banco, de la oficina, del gobierno, de la fábrica, del cuerpo. Abogar por el desacato y la autodeterminación y el reconocimiento de las demás ante la ilusión de la propiedad y del señorío.

Y recuerden no confundir falocracia con apetencia fálica.

Acerca de mariqueerta

Dadme por culo, pero suavemente, su- su- suave.
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Una respuesta en “Desacato: Sobre la subordinación

  1. fil0gelos dijo:

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